A partir de cierta edad, engañar a mi cuerpo es el placer más accesible que tengo. Soy una pintora metida a escritora que considera ha llegado el momento de pecar sanamente, se lo oí decir a J.M. Serrat, y me encantó. ¡No es fácil! El cuerpo y la mente no deja de mandar señales y, a veces, contradictorias. Incluso haciéndolo bien sale mal. ¡Pero vale la pena!. También estoy notando que la carencia sexual y, en general, la ausencia de contacto corporal se ha traducido en brotes de ansiedad, y probablemente cierto tipo de agresividad metafísica. Como diría Julieta a…